El antropólogo
inocente, por Nigel Barley.
Este es un libro necesario; necesario para comprender los
entresijos que modelan al ser humano; necesario para observar la concreción
diferente del pensamiento en diferentes entornos y necesario para adivinar que
la diferencia conductual entre pueblos, entre gentes, por grande que sea, solo
se corresponde a matices interpretativos de una misma realidad. Solo siento,
verdaderamente, no haber podido acceder a esta publicación con un poco de antelación en mi vida, no por
nada, sino porque me ha agradado bastante. Y confieso que me ha agradado
bastante porque refleja ideas que ya están en la cabeza, quizá en la de la
mayoría de las personas, y que en esencia dicen que lo que yo hago con el hueso
que tiro a la basura y lo que con él hace el chamán que intenta modificar
acontecimientos, en realidad son actos de un mismo nivel, con valores
diferentes, sí, pero igualmente comprensibles en su ámbito circunstancial. Y
que conste que con esto no se justifican muchos de los actos humanos, aunque se
permite la comprensión del concepto y la diferenciación de los absurdos según
la posición cultural del observador.
Un libro divertido que asienta su atractivo sobre agudas
observaciones y contrastes llamativos. Recomendable. Además, más allá de la
risa y el esparcimiento, invita a la reflexión profunda (si se quiere hacer,
claro).
Bailando sobre la tumba y Una plaga de orugas siendo libros
entretenidos, no alcanzan el nivel magistral del primero. Algo repetitivos y no
tan graciosos, se pueden leer si deseamos algo ligero para uno de esos momentos
en desgana en los que no sabemos qué elegir.
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