Libro de requiems por Mauricio Wiesenthal


Libro de réquiems, por Mauricio Wiesenthal.

¿Qué libro es este? Pues muy bien no sé, quizá diría que es un libro de  biografías reducidas, de personajes  que  conviven en un lugar pequeño y a los que les cuesta respirar por lo apretados que están. Al final queda la sensación de haber encontrado aquel álbum de cromos que coleccionamos en la niñez, pero que las imágenes han perdido un tanto los colores.
Se deja leer bien, aunque en ocasiones se excede con su erudición, y dejando de mimar al lector, le  llega a desbordar  en varios aspectos, como la presencia de datos dislocados o  la omisión de traducciones en muchas de las palabras y sentencias en idioma original, que deben sonar muy bien para quien tenga el oído hecho a esas lenguas, pero que, para el resto, nos suena a chino y por tanto deja de aportar algo al significado e incluso invita a deslizar la vista a la línea siguiente.
Bien, pues sí, hay citas e interpretaciones. Y también chispazos de literatura, a veces muy brillante y otras menos, cuando el argumento retiene ecos conocidos. Siempre estas ilustraciones literarias que animan el desarrollo de las tramas provienen de relaciones de ideas y de comparaciones  sugerentes; algunas muy llamativas por lo inesperado de los elementos que aparecen.
En un momento determinado del libro, en ese trabajo que viene desplegando y que se nutre de  las múltiples asociaciones que establece entre hechos y personas de cualquier tiempo, retrata con exactitud su contenido: “..azares que han sido la obsesión de mi obra y que reúnen a los hombres en un mismo lugar, trasponiendo los límites del tiempo, los cálculos del raciocinio y todas las interpretaciones mágicas del destino”.
Y quizá por su naturaleza medio germánica o quizá por otra cuestión,  que da la impresión de que pretende emular la prosa orteguiana, salvo que Ortega siempre intentó ser “palmario en sus expresiones”.
En resumen, sabor agridulce, más dulce que agrio. Y concluye este libro de vidas condensadas, de obras y actos que parecen realizados para sumirse en el reino de la sombra, con las palabras iniciales del introito de la misa de difuntos. Esto plantea la incógnita de si el autor lo ha hecho a propósito, para evidenciar  ese camino inevitable a la oscuridad al que estamos abocados, o de si ha confundido “aeternam” con “sempiternam”, por no ir mucho a misa. Si no se buscan profundidades más allá de lo expuesto y como ya se ha apuntado arriba, pues que podemos leerlo sin dificultad excesiva, incluso antes de ir a dormir. Aquí queda el libro. Creo que faltan unas líneas o se las saltó el ebook, pero no eran esenciales para nada.

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                                                                 Púlsame para leer


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